Nuestra Historia

Todo comenzó con el nuevo siglo. 

Una nueva década, una nueva historia. Los años de arquitectura cedían su espacio a un febril deseo por llevar la creación a otras plataformas, con otros materiales, con distintas intenciones. 

Como arquitecta, mi relación intrínseca con el diseño, la sensación de las texturas, el brillo, la iluminación, las formas y tamaños había sido mi vida, mi todo. 

Había llegado el momento de trasladar ese conocimiento, el oficio, a otros escenarios más íntimos, más personales;  

ahora mis manos buscaban crear algo distinto, todavía más individual e intransferible: la orfebrería.

Así comenzó Katya Aguilera Joyas.

Descubrí que el proceso de creación implica adentrarse en la historia de cada persona. Sumergirse en cálidas y agradables conversaciones; pláticas transparentes, sencillamente profundas, en las cuales se narran detalles, escenas, emociones, triunfos y orgullos personales. Cada persona que entra a mi taller posee gustos y preferencias que las caracterizan, rasgos propios que deben estar presentes en cada joya. 

En realidad, cada pieza que sale de mi taller es una pequeña obra de arte que refleja detalles únicos de una vida. En esencia son alhajas irrepetibles con nombres y apellidos propios. Cuentan un momento, una escena en la historia de una vida para mí, ahora importante. Son tesoros que nacen del respeto y la amistad.

Joyas que no tienen precio.